Vázquez Espinoza, Jordana Amarantha[1]
El presente ensayo explica las circunstancias en que un niño se encuentra al momento de entrar a la escuela. La actitud de los profesores ante las habilidades y destrezas que las niñas y los niños traen consigo desde antes de convivir con otros en una institución educativa.
Desarrollo, de forma clara y precisa, los motivos y las repercusiones que tienen el apreciar y realizar actividades artísticas. La forma en que los maestros y las maestras tienen actitudes de cerración y pasividad ante las necesidades de expresión infantiles.
Cuando los niños ingresan a la escuela traen consigo un enorme potencial creativo que construyeron en la interacción con sus padres, sus hermanos o sus pares.
De esta manera, las niñas y los niños se enfrentan a una enorme disyuntiva: encontrarse con maestras o maestros autoritarios, impositivos, poco creativos, que no despierten el interés, en las niñas y en los niños, por la realización de actividades de expresión y apreciación artísticas; o bien interactuar con profesoras o profesores dinámicos, flexibles, creativos, que además de despertar el interés por el tipo de actividades ya señaladas propician el desarrollo de las habilidades y destrezas que las niñas y los niños han construido antes de iniciar su proceso de escolarización.
En el primer caso, resulta lamentable observar cómo la escuela inhibe o neutraliza ciertas aptitudes con las que llegan los niños y las niñas, ya que generalmente en el momento de llevar a cabo actividades como el baile, el canto, la declamación, la pintura; las profesoras y los profesores eligen al más “guapo”, al más “alto”, al más “desinhibido” y, en el peor de los casos, al más rico, para ejecutar estas acciones, dejando de lado a muchos niños que no cuenten con las características determinadas por la escuela (puede ser bajo de estatura con relación a los demás niños que participarán; puede declamar muy bien, pero tiene temor de enfrentarse al público; parece ser un buen dibujante, pero no tiene dinero para comprar el material).
En tales circunstancias, las maestras y los maestros están obligados a repensar la educación; a revisar prácticas obsoletas que únicamente han logrado formar niñas y niños temerosos, poco creativos y que son únicamente receptores. Niños y niñas que no cuestionan, que no reflexionan y que, por tanto, aceptan de forma pasiva y acrítica lo que la maestra o maestro les imponen.
Es necesario dejar de pensar que las actividades artísticas son un asunto complementario o “asignaturas de segunda” en el currículum escolar. Asimismo conviene reorientar las acciones de manera que estas actividades no sólo sirvan en el momento que habrá de realizarse (programas cívico-culturales o concursos), ya que generalmente, la danza, el dibujo, la poesía, el cuento, etcétera, sólo se promueven en situaciones específicas, como cuando se trata de hacer homenaje a la bandera, festejar el 10 de mayo o celebrar el día de muertos.
Se requiere, entonces, que los maestros y las maestras le otorguen la importancia que requieren este tipo de actividades, ya que tan importante es conocer aspectos de las Ciencias Naturales, de las Matemáticas, del español, de la geografía, etcétera, así como ejecutar y apreciar la danza, el canto, el teatro, la oratoria; en otras palabras, desarrollar una educación de los cinco sentidos como decía Marx.
La realización de las actividades de expresión y apreciación artísticas hacen que las niñas y los niños sean más sensibles, más creativos, con más posibilidades de imaginar y, por tanto, de crear. Es decir, estas actividades lo vuelven más humano.
La escuela hoy se encuentra ante el gran reto de desarrollar este potencial creativo que generalmente había sido opacado por las actividades de cerración que han demostrado, los maestros y las maestras, ante el ingenio, la creatividad y la sagacidad infantiles.
Es el momento de que las actividades artísticas tomen el lugar que corresponden y dejen de ser solamente acciones “de relleno” que sólo han sido utilizadas para proyección de la escuela a la comunidad.
Para finalizar este ensayo, quisiera decir que es bien sabido que cuando las personas desarrollan sus aptitudes y destrezas relativas a las artes, no sólo los convierte en mejores estudiantes y buenos ciudadanos, sino que también se hacen sensibles al dolor humano, a la solidaridad y al respeto mutuo.
Por eso quienes pretendemos dedicarnos a la docencia, debemos abrir nuestras mentes y nuestros corazones a todas esas manifestaciones de creatividad con las que los niños cuentan al entrar a las escuela, pues sólo de esta manera estaremos ante la posibilidad de contribuir a la formación de futuros ciudadanos que no sólo tengan aprecio por las actividades que le reparten bienes materiales, sino que, además, sean personas útiles que posean placer estético, tanto para ejecutar algunas de las artes como para apreciar las que otros y otras realizan.
[1] Estudiante de la Licenciatura en Historia en la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas y Licenciatura en Educación Preescolar en la Escuela Normal de Licenciatura en Educación Preescolar "Bertha von Glümer y Leyva".
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